EN ALTURA Y LEJOS: SESGOS EN LA UBICACIÓN DE LAS ÁREAS PROTEGIDAS

publicado en: Conservación | 3

(High and Far: Biases in the Location of Protected Areas)

Artículo escrito por Lucas N. Joppa y Alexander Pfaff de la Duke University en la revista PLOS one.

Publicado hace un par de años, este estudio analiza la ubicación de los espacios naturales en 147 países. Ante la necesidad de conservar la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas, nos enfrentamos al reto de crear más áreas protegidas. Para que éstas sean eficaces, deberían tener un efecto sobre los usos del suelo (por ejemplo), es decir, que los usos del suelo serían diferentes si no tuviésemos áreas protegidas. Así, las áreas protegidas deberían ubicarse en bosques que corren el riesgo de ser talados o humedales con riesgo de ser desecados. Pero, ¿es realmente así?

Los investigadores encontraron tras analizar los resultados que las áreas protegidas se encuentran ubicadas en lugares de gran altitud, fuertes pendientes del terreno y a grandes distancias de carreteras y ciudades. Cuando analizaron por separado los tipos de áreas protegidas en función del nivel de protección (parque nacional implica mayor protección que parque natural y así sucesivamente) descubrieron que las áreas protegidas de mayor categoría de protección (y que suelen tener una superficie mayor), están ubicadas aún en lugares más elevados, de mayores pendientes y más alejados de carreteras y ciudades.

Ante estos resultados, los autores se preguntan cual ha sido realmente la protección conseguida por las áreas protegidas dada su ubicación remota y de difícil transformación en otros usos (por ejemplo agrícolas). ¿Podríamos haber sido más efectivos en proteger la biodiversidad si los espacios protegidos se hubiesen ubicado en zonas amenazadas más próximas a núcleos urbanos?

Afortunadamente, continúan los autores, la planificación sistemática de la conservación  (“Systematic conservation planning”), se está empleando cada vez más para elegir la ubicación de los espacios naturales. Los autores concluyen que para decidir la ubicación de los futuros espacios naturales deberíamos tener en cuenta el grado de amenaza de los diferentes lugares ante, por ejemplo, los cambios de usos del suelo.

Según el anuario de Europarc del 2009, más del 70% de la superficie de España que está por encima de los 1500 metros de altura está protegida, mientras que de la superficie situada entre los 1000 y los 1500 metros de altura el porcentaje protegido no llega al 20%.

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Investigador del Laboratorio de Ecologia Alpina (CNRS-UGA) en Grenoble e investigador asociado en el Basque Centre for Climate Change en Bilbao.

3 comentarios

  1. Nasho

    Buenas Nacho

    Olé por el blog y por el tema, para mí también una importante cuestión el disfrute de las montañas y su conservación. Interesante el artículo del que hablas, de hecho comparto la conclusión que escribes sobre centrarnos en el grado de alteración o amenaza en lugar de solo restringir los cambios en uso del suelo, aunque en ocasiones vayan de la mano. Apunto una reflexión con la que me entetengo de vez en cuando. En la mayoría (si no en todos) los espacios protegidos con la figura de Parque Nacional se restringen muchos “usos y aprovechamientos” tradicionales (leña, caza, ganadería,….) argumentando que esa zona hay que protegerla de todo por su fragilidad o valores para la conservación. Sin embargo, en mi opinión esos “usos tradicionales” que el ser humano ha hecho del entorno son en parte la consecuencia de que hoy nos encontremos un paraje de extraordinario valor ambiental y lo decidamos proteger. “Ni tanto ni tampoco”, claro que hemos de regular estas actividades pero pienso que es demasiado prohibirlas sin mas argumentos que “es que es Parque Nacional y eso no debe permitirse”. Creo que algunas cosas se estaban haciendo mal en el monte y han pagado justos por pecadores. Ahora nos encontramos por ejemplo con el tema del fuego en Andalucía con el problema de que la retirada de combustible herbáceo y de matorral lo hacía antes el pastoreo y ahora como no se permite (en lugar de regularlo) el problema se ha hecho mas grande y la gestión se ha modernizado y hecho dependiente de las talas y cortas que hace la Administración y que son carísimas y que no benefician al pasto, recolector,… de la zona que llevába generaciones haciéndolo.

    Saludos

    • lucesdemontana

      Hola Nasho,

      Muchas gracias. Comparto tu opinión de que la regulación es mejor que la prohibición. Como dices, varios usos tradicionales resultan beneficiosos no sólo para la población local, sino para el conjunto de la sociedad, por ejemplo, al disminuir el riesgo de incendios. Además permiten mantener formas de aprovechamiento sostenibles con el medio ambiente (aspecto en el que los espacios naturales deben ser referente), fomentan el empleo y generan beneficios económicos. También resulta muy interesante el efecto de estas prácticas sobre la biodiversidad (pues el efecto no siempre es negativo, también es positivo en muchos casos) y sobre el resto de servicios generados por los ecosistemas. Como bien apuntas, en muchos casos, especialmente en el Mediterraneo, estos usos tradicionales han sido los que ha esculpido los paisajes que hemos heredado. Por los casos de estudio que conozco la tendencia es a regular en lugar de prohibir, y creo que debería seguir siendo así, una vez hecho un estudio de cada caso en concreto.

      un abrazo

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