Entrevista: Pedro Nicolás Martínez

¿Quién es Pedro Nicolás?

Pues ya un señor mayor, que parece que no lo parece tanto, que ha vivido intensamente desde muy joven una bonita y apasionada relación con las montañas, su naturaleza y la cultura que se ha generado alrededor de todo ello. Además, he sido profesor, quizás lo siga siendo a pesar de ser un recién jubilado, que ha puesto mucho empeño y confianza en una educación cercana, emocional y rigurosa. Por otra parte, y esto suele callarse por pudores absurdos, alguien que ha creído en la gente y ha intentado ser positivo y amable.

Comencemos hablando del paisaje… ¿qué es el paisaje para un geógrafo?

Es la concreción material, a determinada escala, de las interacciones que se producen en la superficie terrestre. Un apasionante documento que es posible, con mayor o menor dificultad, llegar a interpretar y en consecuencia otorga valor a lo observado, permite intervenir o , en otros casos, simplemente comprender y con ello sentirte más integrado en este planeta. Al margen de su conocido papel en la gestión territorial creo que es un concepto con altas cualidades didácticas que están por desarrollar en todo su potencial.

¿Qué servicios de los ecosistemas generan las montañas?

Esto lo habéis tratado con mucho tino en Luces de Montaña. Es conocida la clasificación en servicios regulatorios, de suministro o abastecimiento y los emocionales y culturales.  Sin las montañas el mundo sería otro y difícil pensar que fuera mejor, más bien lo contario. Además de lo anterior, que creo es bien conocido por la mayoría de vuestros seguidores, me interesa resaltar que las montañas ofrecen una enorme riqueza de paisajes, ecosistemas y servicios en espacios relativamente pequeños. La ecuación, altitudes, orientaciones, pendientes y variedad litológica y estructural, propia de sus orígenes, dan una variedad que al margen de todo lo que ofrece materialmente, emociona y maravilla a los que la saben ver, y eso es impagable.

Pedro Nicolás en el Curavacas, Montaña Palentina.

Has viajado por abundantes cadenas montañosas de la tierra, ¿en cuales los efectos del cambio climático se están dando de una manera más reseñable?

He viajado mucho, aunque ahora algo menos. Sé más por noticias y lecturas que por experiencias directas recientes. Sin embargo, trabajé bastante hace unos 35 años en los glaciares pirenaicos y es muy doloroso y lamentable ver cómo esta maravillosa cordillera se va quedando, como todas las situadas en posiciones críticas, sin esa seña de identidad de la alta montaña que son sus pequeños pero salvajes glaciares cimeros. Están agónicos y puede parecer una absurda melancolía, pero recorrer las extensas zonas recientemente deglaciadas, además de incómodo y delicado, es la constatación de su eminente desaparición y de que otro mundo, más complicado y menos bello, se abre paso casi inexorablemente.

¿Cuáles son los impactos más significativos que las actividades de montaña generan sobre el medio?

No creo que sean especialmente importantes comparadas con otras como por ejemplo el esquí, la minería o la construcción residencial. Las generadas por los refugios o campamentos en países sin regulaciones severas sobre estas instalaciones son sin duda uno de los impactos notables. Las vías ferratas han de ser objeto de rigurosos estudios de impacto y si se adaptan a los requerimientos creo que son factibles e incluso positivas, pero claramente según y dónde.

Las competiciones, especialmente de carreras por montaña más que de esquí, han de ser reguladas muy seriamente en su número y en sus condiciones, pero creo  que esto, al menos en nuestro país y en montañas importantes, es así.

Y por supuesto la masificación descontrolada que puede afectar a todos los procesos naturales y que creo es imprescindible analizar y estudiar bien para enfrentarse a ella.

¿Qué solución tiene el turismo de montaña masivo?

Pues sin duda, como decía antes, cupos severos y conocidos, vigilancia y en su caso sanciones proporcionadas y razonadas pero severas y ejemplares. También, incluso previamente, la divulgación de lo valioso de esos lugares, de modo que llegue al usuario un mensaje simple, pero efectivo, sobre lo extraordinario de ese enclave y cómo debe adaptar su comportamiento a ese bien superior.

Pedro Nicolás en Guadarrama.

Participaste activamente en la declaración del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, ¿Cómo ves el desarrollo del espacio protegido desde su creación en 2013?

Creo está cumpliendo con su objetivo: defender, proteger, del desarrollismo avasallador de la megalópolis madrileña un espacio con importantes valores naturales y también culturales asociados. Además, ir impregnando a la población del valor de ese espacio, paulatinamente si se quiere, pero de modo imparable, sustentado y pensado por gestores serios y responsables. Poco a poco el Parque se va incorporando a la conciencia colectiva y si esto se logra, que se va logrando, tendremos al lado de Madrid, un espacio que prestará, ya lo hace, pero cada vez más, enormes servicios ambientales.

Esta primavera, las montañas quedaron vacías… ¿Qué naturaleza te has encontrado en las primeras jornadas después del confinamiento?

Pues pude visitar la sierra de Guadarrama incluso antes de que acabase el confinamiento domiciliario por un permiso especial para filmar ese momento único y esperemos que irrepetible. Fue una cosa breve, pero sentí sensaciones desconocidas e impactantes. Todo era sosegado, armonioso, esencial… Los procesos se desarrollaban sin intervenciones externas… Coincidió además con una primavera esplendorosa por lo que la sensación de naturaleza pródiga y exultante era asombrosa. Sin embargo, y para mí fue sorprendente, lo que más me impresionó fue el silencio. Volver al silencio casi primitivo era algo conmovedor. Sin ladridos, sin motores, sin rumores de las poblaciones, sin el ruido de los aviones y a cambio, resaltando sobremanera, los sonidos de la fauna, del agua o el viento. Fue, como digo tan impresionante como conmovedor y una muestra inequívoca y palpable de nuestro avasallador intrusismo en la naturaleza.

Luego vino el desconfinamiento y con él la deseada vuelta, para algunos vital, a la deseada naturaleza tras el encierro y, aunque no tanto en los primeros momentos, un poco más tarde ha sido una auténtica invasión con ciertos excesos que nos lleva a lo comentado antes sobre el control de la visita masiva.

¿Qué papel puede desempeñar el colectivo montañero en la conservación de las montañas?

Un papel de modelo social. No por gustar de la montaña tienes más derechos ni más conocimientos al menos inicialmente que el resto de la población. Es decir, ser montañero, no nos otorga superioridad de ningún tipo. Sí, en cambio, ofrece la oportunidad y el reto de transformar esos sentimientos y experiencias en conocimientos, y entonces el montañero acaba siendo, o pudiendo ser, salvaguarda de esos espacios y trasmisor de los valores de la montaña así como un ejemplo de vida algo “naturalizada”, en una sociedad eminentemente urbana. Esto es, un referente de los beneficios de todo tipo derivados del trato y entendimiento de los procesos y vivencias que tienen lugar en la privilegiada naturaleza de los montes.

¿Puedes recomendarnos 3 libros con lo que aprender sobre montaña, ciencia y conservación?

Pues sobre alpinismo una obra clásica de un alpinista histórico, aún vivo, que es Kurt Diemberger. El libro se titula De 0 a 8.000. Es un bellísimo ejemplo de cómo se produce casi poética, pero también duramente, con tremendas situaciones, la seducción de las montañas y como esta marca para siempre tu existencia.

Sobre ciencia me encanta Cuadernos de Montaña de Eduardo Martínez de Pisón pues es un acabado ejemplo del entendimiento completo del significado de las montañas desde muy diversos enfoques, con equilibrio y rigor tanto desde la ciencia como desde la emoción de lo estético o de lo moral.

Si nos centramos en la conservación permitirme un libro diferente, nada canónico pero delicioso pues plantea la conservación de las montañas desde un pie de igualdad con todo lo que en ellas ocurre y vive y con una sensibilidad extraordinaria, además de muy bien escrito. Se trata Del País Frágil de Rosa Fernádez Arroyo, publicado por Desnivel hace ya muchos años. Una delicia.

Muchisimas gracias Pedro, ¡Nos vemos en las montañas!

Pedro Nicolás es profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, y presidente de la Real Sociedad de Alpinismo Peñalara. Participó en la redacción del Plan de Ordenacion de los Recursos Naturales del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Ha ascendido el Nanga Parbat y Gasherbrum II, asi como varios siete miles y numerosas montañas por todo el planeta.

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Ingeniero forestal y Guía de Montaña. Master en Espacios Naturales Protegidos. Practico Alpinismo, actividad a través de la cual he comprendido la necesidad de conservación de las cumbres y sus entornos.

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