La residencia de la Cristalera, en Miraflores de la Sierra y la zona del Pico de la Najarra, han sido el marco del curso “La sierra de Guadarrama. Presente y futuro”, organizado por profesores de la Universidad Autónoma de Madrid. En este momento mis ideas vuelan recordando las conferencias de gestores, políticos, ecologistas, escritores e investigadores que nos han hecho vibrar durante tres días con diferentes visiones sobre la Sierra. Con el futuro parque nacional en el horizonte, y el rigor y conocimiento de los conferenciantes, el interés de los asistentes era tal que se podía percibir un sentimiento general, vivo y profundo por la sierra de Guadarrama.
Creo que todos estaban de acuerdo en una cosa, la Sierra es un sistema complejo y con multitud de facetas, como nos recordó Eduardo Martínez de Pisón. Y esta complejidad hace necesario realizar un seguimiento pormenorizado de esta montaña y todo lo que la rodea, un diagnóstico que nos permita saber si estamos andando en la dirección adecuada. ¿Pero es que acaso sabemos hacia dónde queremos ir? ¿Queremos ir todos en una dirección, o hay voluntades que pretenden seguir caminos diferentes?
Una idea que me deja el curso, es que lo que rodea a la Sierra y al futuro parque nacional es suficientemente amplio y diverso para arrimar posturas y que, a partir de ahí, todos encuentren su campo de actuación. Por ejemplo, hablando del futuro parque nacional, creo que todos coincidirán en que la sensibilización y educación ambiental deberían ser un pilar básico. En este sentido, la visibilidad del futuro parque será mucho mayor. Además de estar en la mente algunos madrileños y segovianos más, el futuro parque nacional aparecerá en las guías de quienes desde otras regiones o el extranjero visiten Madrid, en el listado internacional de parques nacionales, en los libros de texto de los estudiantes, en los titulares de prensa y en las convocatorias de investigación del Organismo Autónomo de Parques Nacionales atrayendo a nuevos científicos para su estudio.
Y hablando de la visibilidad del Guadarrama, ¿cómo se mirará al parque nacional una vez creado? Pues espero que con gran diversidad de enfoques y puntos de vista que aúnen tradición y novedad, respeto y creatividad. Espero que se mire a la Sierra teniendo presente la insustituible diversidad de especies, ecosistemas y paisajes que contiene, y además, que se la reconozca por lo mucho que nos da. Porque la Sierra nos ha dado y nos dará mucho. Nos da alimentos de calidad (como la carne de la sierra de Guadarrama, que cuenta con indicación geográfica protegida, el queso de cabra de la raza autóctona “cabra de Guadarrama”, miel y setas), cuyo consumo podría potenciarse a través de un etiquetado de calidad asociado al espacio protegido. Además, la Sierra recolecta el agua que acabamos bebiendo, ese agua que circulaba por el acueducto de Segovia y que hoy sigue llegando a nuestros hogares, ¿qué pasaría con ese agua si no protegiésemos las cabeceras de las cuencas hidrográficas que funcionan como colectores de agua? De la Sierra obtenemos también madera del pinar de los belgas, siendo esta una alternativa sostenible y cercana frente a explotaciones distantes que conllevan transportes de largas distancias y mayor contaminación. Y, por qué no, las inmediaciones de la Sierra nos han servido también de cantera de granito y pórfido diabásico (dos rocas ígneas) que se usaron para asfaltar algunas calles de Madrid.
Los bosques de la Sierra absorben dióxido de carbono, cumpliendo un papel vital en la regulación climática y facilitando que nos acerquemos a nuestros compromisos internacionales respecto al cambio climático. La cubierta vegetal fija el suelo en las laderas e impide una erosión que, aparte del impacto ecológico y estético, colmataría los embalses que nos abastecen de agua. Y, por su puesto, el aire limpio de la Sierra será cada vez más apreciado mientras que en la ciudad sigamos desplazándonos en vehículo privado en vez de en transporte público o en bicicleta.
Pero la Sierra nos da aún mucho más. La Sierra es un escenario único en el que sensibilizar y educar ambientalmente a los más jóvenes desde los colegios y a muchos otros grupos de mayor edad que lo seguimos necesitando. Es más, quién sabe cuántos descubrimientos científicos están ahí esperando a que los desvelemos con el estudio del Guadarrama, además de los que ya se han realizado, cómo los de geomorfología y glaciarismo por citar algunos. El conocimiento ecológico tradicional y local también se lo debemos a la Sierra, y permite el mantenimiento sostenible de muchos de los servicios de abastecimiento alimentario que hemos mencionado, por lo que el futuro parque nacional debería fomentarlo. Y, respecto a la gestión del futuro parque nacional y lo que nos proporciona la sierra del Guadarrama, podemos plantearnos más cosas, como una de las preguntas que lanzó Juan Vielva, director del Parque Natural de Peñalara: ¿es el control cinegético “caza”?
Y cómo no, está el turismo de naturaleza, ¿cuántos quebraderos de cabeza hemos solucionado con salir a andar el fin de semana a la Sierra? ¿Acaso no es hermoso contemplar ya incluso desde Madrid y sus alrededores el perfil de la Sierra sobre el horizonte? Y aún más, los deportes de montaña como el senderismo, la bicicleta de montaña, el esquí de travesía o la escalada, a través de los cuales podemos, si los practicamos de forma respetuosa, ganar en responsabilidad, aprender numerosos valores, y conocernos mejor a nosotros mismos. La lista sigue: ¿cuántos artistas han fijado sus miradas en la Sierra y nos han conmovido con sus pinturas, sus versos, o su prosa? Empezando por las pinturas rupestres de la Pedriza, los cuadros de Beruete o Sorolla, o las viñetas de El Roto o Forges, y siguiendo con el legado cultural del 98 con Antonio Machado, Pío Baroja, Azorín, o Unamuno. Y es que el legado cultural asociado a la sierra de Guadarrama es inmenso; por eso se la conoce como la Sierra Culta. Y para acabar con esta gran lista no exhaustiva de servicios de los ecosistemas que nos proporciona la sierra de Guadarrama, no quería dejar sin mencionar uno que, aunque resulte cada vez más difícil de disfrutar, aún nos proporciona esta Sierra. Son esos momentos de comunión con la montaña en soledad, (o en un grupo de amigos reducido), en los que nos sentimos realmente en plenitud, y que quizá sea en el futuro un bien escaso que debamos proteger.
Creo que todos estamos de acuerdo en el enorme valor de todo lo que acabo de enumerar y que por otra parte ya conocemos. Ante todo esto que recibimos, debemos asumir una responsabilidad individual y colectiva en contrapartida. Tenemos que hacer un esfuerzo por recordarlo nosotros mismos y divulgarlo. Cómo decía Antonio Sáenz de Miera durante el curso, ¡hay que reaccionar!, y no podemos dejar a los políticos solos ante la tarea de gestión del territorio que tienen por delante. Y es que el futuro parque nacional no es sólo una meta, sino como decía el reciente Aurrulaque, debería ser visto como “un punto de partida”. Basilio Rada, director del organismo Autónomo de Parques Nacionales, nos recordó que no es raro que un parque nacional se amplíe con posterioridad a su declaración, y de hecho, ya existe una propuesta de ampliación (1). Sin embargo, dada la gran importancia de algunos elementos que por ahora se han quedado fuera de la propuesta de delimitación, como los pinares de Valsaín, los rodales de Tejos del monte la Cinta o el pinar de los Belgas, debemos exigir que éstos se incorporen en el futuro trámite parlamentario de la declaración del parque nacional. Mientras tanto habrá que estar vigilantes a que la mejora de conservación en el interior del futuro parque nacional no implique un prejuicio para la conservación de su entorno. De hecho, la mayoría de los espacios protegidos se encuentran en lugares elevados, alejados de núcleos urbanos y sobre suelos poco vulnerables de ser transformados, mientras que lugares más cercanos a núcleos urbanos son degradados. Por esto, puesto que la ordenación territorial debe buscar además de la conservación de la naturaleza un bienestar humano general, el entorno del futuro parque nacional debería ser gestionado de forma coherente con los valores del propio parque creando una matriz territorial sostenible ecológica y socialmente.
Por todo ello creo que, cómo ya sugirió Julio Vías, escritor e historiador de la sierra de Guadarrama, el futuro parque no debería llamarse “Parque Nacional de las Cumbres de la Sierra de Guadarrama”, sino “Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama”, porque, ¿dónde empieza una cumbre?, o ¿qué pasa con los bosques y laderas de dentro y fuera del parque?, y ¿cómo será el imaginario colectivo si finalmente se llama sólo cumbres?, hay mucho más.
Finalmente, la ponencia de Antonio Lucio, de la que toma nombre este artículo, versó sobre cómo hacer de la sierra de Guadarrama un parque nacional del Siglo XXI. Para ello creo que necesitamos mucho más dialogo, probablemente mucha regulación (en lugar de prohibición), un funcionamiento coordinado con el resto de espacios naturales de la región y la aplicación de los avances del mundo de la conservación y la gestión. El Guadarrama es el espacio que más tiempo lleva llamando a la puerta de la red de parques nacionales. Confío en que la espera le permitirá recibir todo el conocimiento y experiencia adquiridos en los casi cien años de parques nacionales que tenemos en nuestro país. Por último, quería destacar la excelente labor de los organizadores del curso, Javier Benayas y Pedro Nicolás y de todos los ponentes, cuyas ideas han nutrido este artículo.
(1) Ver revistas Peñalara 535 y 540
N de R. El Consejo de Ministros celebrado el 7 de septiembre de 2012 dio el visto bueno al proyecto de Ley sobre la declaración de Parque Nacional de las Cumbres de Guadarrama cuyo texto se publicó en el Boletín de las Cortes, Congreso de los Diputados, de 14 del mismo mes.
Esta entrada aparece publicada en la revista Peñalara núm. 541 y puedes descargarla en formato pdf. aquí
Investigador del Laboratorio de Ecologia Alpina (CNRS-UGA) en Grenoble e investigador asociado en el Basque Centre for Climate Change en Bilbao.
Eli
Muy interesante resumen y reflexiones: gracias! Aunque, personalmente, como “vecina” de la Sierra, viendo el esperpento urbanístico dentro del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares y la Reserva de la Biosfera del mismo nombre, y tras la nueva ley de urbanización de suelos rurales y las propuestas del Gobierno para salir de la crisis económica mediante un segundo ladrillazo… aún mantengo excepticismo sobre si esta declaración no terminará por recordarnos aquello de que a veces “es peor el remedio que la enfermedad”. Espero que no sea así.
Alberto
Buenas, me gustaría contactar contigo, ¿de qué manera puedo hacerlo?
Jose Luis Palomo Alvarez
Muy interesante para todos a los que nos gusta la montaña, y la sierra de Guadarrama en particular.