Geología desde el campo base

Luis Carcavilla, Sito, ha acompañado en los últimos años a Carlos Soria en más de trece expediciones al Himalaya (Ama Dablam, Broad Peak, Manaslu, Dhaulagiri, Shisha Pangma, Kanchenjunga y Annapurna), haciendo cumbre en varias de ellas. Quien sea asiduo a las crónicas de montaña de estas expediciones, habrá podido disfrutar de los divertidos relatos de Sito y su peculiar humor (magistrales su “Bendita próstata…” o “Aquí no hay quien viva…”), incluso cuando nos describía situaciones comprometidas a más de 7.000 metros. Pero si con algo disfruta Sito es divulgando sobre geología, y más si está trata sobre las montañas. Ese afán por conocer más sobre su formación y evolución es lo que le movió a estudiar esta ciencia y desarrollar su profesión como tal, actualmente como Científico Titular del Instituto Geológico y Minero de España. Esta especializado en la Geoconservación, una disciplina que identifica lugares de interés geológico atendiendo a su relevancia a la hora de explicar la historia de la Tierra, la importancia de sus rocas y fósiles o las formas y sedimentos que nos hablan de procesos geológicos, con el fin de promover su protección y su divulgación.

En este sentido, ha publicado varios libros y artículos científicos sobre el tema, unas cuantas guías geológicas de parajes naturales y ejerce de asesor científico en varios Geoparques de la UNESCO de España, pero, como no podía ser de otro modo, en sus expediciones al Himalaya ha sabido ver con ojos de geólogo el paisaje que le rodea y, seleccionando puntos singulares, ha querido presentárnoslos para que comprendamos mejor la génesis de estas, las más grandes montañas de la Tierra.

Sito tomando notas geológicas en su inseparable cuaderno de campo (Imjha Kola, alrededores de Chukhung, Khumbu). Fotografía: J. Lario.

No se trata de un texto académico al uso, con amplias descripciones y léxico especializado. Es, en principio, un libro para “mirar”. Al igual que en las acuarelas de su compañero de expediciones Luismi Soriano, que tan bien refleja estos paisajes en su estupendo libro Montañas del Agua, Sito nos va dando pinceladas de esta geología a través de pequeñas descripciones que acompañan a representativas fotografías que hablan por sí solas. Y así, poco a poco, nos desgrana las claves que han influido en la génesis de estas montañas y paisajes: la tectónica como fuerza principal que ha elevado las rocas a estas alturas y las ha deformado en caprichosas formas; los tipos de rocas y fósiles que nos hablan de magmas y mares de hace millones de años; las diferentes zonas climáticas como generadoras de distintos paisajes; la capacidad erosiva de sus ríos, algunos formados antes de existieran estas montañas. Es precisamente esa capacidad la que ha producido el encajamiento de profundos valles, generando laderas muy activas, responsables de un amplio catálogo de fenómenos de ladera. Poco a poco, le hemos ido acompañando ascendiendo a las zonas donde el hielo ha sido el protagonista, mostrándonos circos, cañones y valles excavados por glaciares más extensos que los actuales y cómo todo el material arrancado a la montaña se ha depositado en forma de morrenas y otros depósitos glaciares. Y enseguida nos encontramos remontando el glaciar, lenguas de hielo que pueden alcanzar decenas de kilómetros y que van a albergar el campo base de muchas de sus expediciones. Las variables morfologías, sus grietas, seracs, velas o penitentes, cambian de forma en una misma temporada, a modo de “time-lapse” del habitualmente ralentizado tiempo geológico y que, como nos señala Luis, son claros indicadores de un cambio climático más pronunciado en estas latitudes.  Y allí donde otros textos geológicos paran, Sito, de primera mano, nos deja acompañarle hasta la cumbre y compartir con él la mejor perspectiva de estos paisajes espectaculares.

Como comento, el texto hace especial atención a la realidad de un paisaje cambiante a velocidades aceleradas. Un reciente estudio de más de 650 glaciares del Himalaya observó que entre 1975 y el año 2000 se había perdido una cuarta parte de su masa (perdiéndose hasta 25 cm de hielo al año) incrementándose bruscamente desde esa fecha (hasta el equivalente a 45 cm verticales al año). Estos cambios parecen estar asociados a dos causas: por un lado, el aumento de la temperatura asociado al cambio climático ha producido cambios en las precipitaciones en la zona. Por otro, la quema masiva en estas regiones de combustibles fósiles y biomasa, cuya ceniza acaba en las superficies nevadas, absorbiendo energía solar y potenciando y acelerando el deshielo. Otro completo estudio encargado por el IPCC indica que para el año 2100 se podría perder en el Himalaya el 66% del hielo. Hay que recordar que 800 millones de personas (1600 si incluimos el conjunto Hindu Kush-Himalaya) dependen de la escorrentía de estos glaciares (agua potable, energía hidráulica, irrigación…) que está aumentando durante los veranos (a veces en forma de riadas catastróficas) pero que en décadas ira disminuyendo debido a la perdida de agua de los glaciares.

Numerosas investigaciones han mostrado que en estas montañas se produce un calentamiento previsto según la elevación, es decir, que a medida que hay más altitud aumenta más la temperatura, con lo cual los entornos de alta montaña experimentan cambios más rápidos que los situados en elevaciones más bajas. De hecho, se prevé que una subida media de la temperatura global de 1,5ºC sería de 2,1ºC en estas montañas. Sito ha querido presentarnos también estos efectos que son ya claramente observables en todo el territorio e incluso cuantificables de año a año, cuando vuelve a las misma a una nueva expedición. De hecho, este cambio climático afecta también a las expediciones de montaña, con cambios tanto en la importantes tanto en las fechas de aparición de los monzones como en la cantidad de agua (nieve en alta montaña) que descargan, obligando a realizar cambios en las antes fijas temporadas de expediciones.

Nada está al azar: la secuencia de las fotografías nos sugiere que la mejor forma de acercarse a estos lugares es caminando, descubriendo que el paisaje escalonado que varía en cada jornada va asociado a diferente relieve, fauna y vegetación y, sobre todo, a sus diferentes etnias y culturas, porque el Himalaya es eso: su paisaje y sus gentes.

Como valor añadido, este libro no solo guiará a cualquier interesado en estas montañas a interpretar el paisaje de la mismas, sino que, con sus claras descripciones, nos alentará a intentar descubrir y correlacionar estos procesos y formas con los de las montañas cercanas en las que más habitualmente realizamos nuestra actividad.

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