En España el porcentaje de superficie terrestre protegida equivalía al 31% del total en el año 2009 pasando al 36,2% en el año 2020. Esto supone más de 1.800 espacios naturales protegidos entre los que se encuentran 15 Parques Nacionales y 184 Parques Naturales o Regionales. Como ya se habló en otra entrada del blog, la gestión de las áreas protegidas y los espacios no protegidos generan importantes dicotomías en el territorio, especialmente en un territorio en el que cada vez quedan menos espacios para proteger. Entre esas dicotomías, está la del desarrollo urbano en las proximidades de las fronteras de los espacios protegidos. En España existen varios ejemplos con patrones muy claros.
Un estudio publicado en la revista Global Environmental Change por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y el Institut de Recherche pour le Developpement (Francia) han estudiado este proceso en la España peninsular a través del análisis de imágenes satélite y la creación de modelos estadísticos. El estudio analizó la evolución de la urbanización en el periodo 1990-2018 en dos franjas de territorio en las fronteras de las áreas protegidas, una a 2,5 km y otra a 5 km desde el límite administrativo del área protegida, de manera que se podía analizar si había procesos diferentes de urbanización en ambos anillos (Figura 1).
Para poder analizar este proceso, los investigadores analizaron primero las características de las áreas protegidas para poder agruparlas por patrones comunes. Para ello, utilizaron diferentes variables como la altitud, la pendiente, la distancia a las ciudades o a las carreteras y el número de municipios en sus fronteras. Con ello pudieron obtener tres grupos de áreas protegidas (Figura 2). El primer grupo de áreas protegidas lo llamaron Parques Próximas a Zonas Urbanas (PUP por sus siglas en inglés). El segundo grupo Parques Montañosos (MP por sus siglas en inglés). El tercer grupo fue denominado Parques de la Región Autónoma de Madrid (MARP por sus siglas en inglés).
Una vez realizada esta agrupación, los autores analizaron si la urbanización era más intensa en la franja de 2,5 km que en la de 5 km y cuál era el porcentaje de esa franja urbanizada. Los resultados muestran como ha habido un incremento de la urbanización en las fronteras de las áreas protegidas desde 1990 habiéndose duplicado en términos generales (Figura 3). Atendiendo a los tres grupos mencionados, los Parques Próximos a Zonas Urbanas presentan mayor desarrollo en la franja que está más cerca del área protegida mientras que en los Parques Montañosos, además de haber menos urbanización, el proceso se invierte. Además, el proceso parece ser radicalmente diferente en la Comunidad de Madrid, donde una gran superficie de espacios protegidos se aglomera entorno a su gran área metropolitana.
Los investigadores profundizaron más en el proceso de urbanización analizando algunos casos concretos como el caso de La Mata-Torrevieja (Figura 4A) o la aglomeración de parques de Urkiola-Aizkorri-Aratz-Urbasa-Andia-Gorbeia-Aralar (Figura 4B). Con ello pudieron apreciar y describir tres procesos diferentes de urbanización que ocurren en las áreas protegidas de España y que podrían ocurrir en otras áreas protegidas del mundo. Por un lado, el “efecto llamada” del parque, que genera la atracción de la urbanización hacia los espacios con más valor natural, por otro lado las áreas protegidas como herramienta para detener la urbanización cuando esta ocupa espacios de valor natural y, por último, las áreas protegidas espacios que nacen en el territorio residual que queda tras el proceso de urbanización.
Estos tres procesos determinan en gran medida el aislamiento de las áreas protegidas y ponen en riesgo su valor de conservación (Figura 5). Además, los autores apuntan que no hay un único proceso que actúe de forma individual, sino que los tres ocurren de forma sinérgica en las inmediaciones, siendo más relevantes unos u otros dependiendo de la tipología y el contexto de cada área protegida. El principal factor que parece explicar esta urbanización es la distancia a las ciudades, seguido de la cantidad de municipios en la frontera de los espacios naturales (y por lo tanto el efecto que sus planes de gestión urbana tienen) y la distancia a una carretera principal.
Los autores concluyen que es fundamental entender estos procesos en base a las diferentes tipologías de espacios protegidos, así como emplear una perspectiva socio-ecológica para la gestión del territorio. De este modo, una planificación del territorio con una perspectiva socio-ecológica podría ayudar a integrar las áreas protegidas en su territorio circundante, reducir su aislamiento e mejorar su conservación.
Referencia:
González-García, A., Palomo, I., Arboledas, M., González, J. A., Múgica, M., Mata, R., & Montes, C. (2022). Protected areas as a double edge sword: An analysis of factors driving urbanisation in their surroundings. Global Environmental Change, 74, 102522.
Investigador postdoctoral en el Intitut des Geosciences et l’Enviroment en la Universidad de Grenoble-Alpes. Mi principal interés se centra en la gestión sostenible del territorio a través de los servicios de los ecosistemas y las soluciones basadas en la naturaleza. Utilizo ambos conceptos para desarrollar e implementar modelos cuantitativos que permitan realizar aproximaciones a la planificación del territorio más precisas que integren las múltiples dimensiones del territorio con una perspectiva socio-ecológica.
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