Las primeras luces del día van calentando el carril bici, y se agradece. El frío matinal le dejan a uno petrificado sobre la bicicleta. Poco a poco voy alejándome de la ciudad, estos últimos días ajetreada con la cumbre del clima. Tal vez por dicha celebración, me he animado a un proyecto que tenía en el cuaderno desde hace un tiempo, ir desde Madrid a la Pedriza en bicicleta, subir al yelmo andando, escalarlo y volver. Eso sí, esta vez con algo menos de contaminación que en otras ocasiones.
Avanzando poco a poco, uno percibe el paisaje a otra velocidad, y es que las dehesas ubicadas en el norte de Madrid, tienen mucho que contar. La bicicleta es un medio de transporte increíble. Silencioso, eficiente, divertido. Y solo necesitas tus piernas. En ese estado mental casi meditativo en el que uno cae pedaleando, llego a Manzanares el Real. Cando la bici en El Tranco y comienzo la aproximación. En la subida me cruzo con varios escaladores, hace un día perfecto para bailar sobre la roca.
La primera vista de la mole siempre impresiona. La chimenea norte está con algo de nieve, así que la vía Valentina es una buena opción para subir a la cumbre. Ascendiendo voy pensando en el transcurso del día hasta llegar aquí. En cómo me he ido alejando de lo masificado, lo material, lo gregario, entrando en un espacio de soledad, altitud y armonía a través del esfuerzo. Disfrutando más y contaminando menos en el proceso. Debería de ser más veces así.
Ingeniero forestal y Guía de Montaña. Master en Espacios Naturales Protegidos. Practico Alpinismo, actividad a través de la cual he comprendido la necesidad de conservación de las cumbres y sus entornos.
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