Pocos dudan de que los impactos más visibles del cambio climático ocurren en la criosfera. Los pares de fotos de glaciares tomadas en diferentes momentos son evidencia inequívoca del retroceso glaciar. El permafrost, al degradarse, deja de sujetar estructuras rocosas, pudiendo ocasionar grandes derrumbes como los vividos este verano en el Vignemale y el Piz Cengalo. Por último, los lagos de origen glaciar, muy frecuentes en otras cordilleras, pueden dar lugar a inundaciones repentinas con miles de personas afectadas. Las siete claves siguientes pretenden fomentar el conocimiento y debate sobre los efectos del cambio climático en la criosfera, permítiendo, en último lugar, una mejor adaptación a los mismos.
- La montaña es todo. Desde el fondo del valle hasta la cumbre nevada, desde el desierto del Gobi hasta la Cumbre del Nanga Parbat. Todo es montaña. Y es que, aunque la criosfera tenga un rango de existencia altitudinal limitado, conviene que adoptemos un marco amplio dado que los cambios en la criosfera afectan a lugares muy distantes a la misma. Además, la montaña ha pasado de ser el lugar temido y desconocido, a ser abarcada por el sentimiento, la razón, y la cultura, por lo que los cambios en la misma nos afectan de formas muy diversas.
- Los glaciares del Pirineo son posiblemente muy recientes, pero su futuro es muy incierto. Los glaciares que podemos observar hoy en el Pirineo se crearon (o al menos aumentaron de extensión considerablemente), después del óptimo climático medieval (periodo de clima cálido entre los siglos X y XIV), durante la pequeña edad del hielo (oscilación fría en la que la temperatura bajó entre 1 y 2 grados durante los siglos XVII y XVIII) (Figura 1).
Figura 1. Reconstrucción de las anomalías de temperatura en los últimos 2000 años. Fuente: Robert A. Rohde.
Actualmente, los glaciares pirenaicos están repartidos en 9 macizos en orientaciones Norte/Noroeste y en condiciones climáticas de desequilibrio y retroceso. De 52 glaciares contabilizados, ahora quedan unicamente 19 (sólo entre 1984 y 2016 hemos pasado de 39 a 19 glaciares). Desde 1850 hasta 2016 se ha perdido el 88 % del área de los glaciares pirenaicos, y estamos en 10-11 Has de pérdida anual de superficie glaciar. Puesto que muchos de los glaciares tienen menos de 20 Has, su futuro es muy incierto. Pongamos algunos ejemplos. El glaciar de Monte perdido ha perdido la misma de masa de hielo entre 1980 y 1999 que entre 2000 y 2010. Es decir, la tasa de pérdida glaciar se ha doblado. La Maladeta ha perdido casi 1 Ha al año entre 1984 y 2016. Si la tendencia continua, a mediados del siglo XXI glaciares como el de Ossue habrán desaparecido (Figura 2).
Figura 2. Estimación de la profundidad del hielo en el glaciar de Ossue en las próximas décadas. Fuente: Marti, R., et al. (2015). Evolution of Ossoue Glacier (French Pyrenees) since the end of the Little Ice Age. The Cryosphere, 9(5), 1773-1795.
- La degradación del permafrost atañe múltiples riesgos. Uno de ellos es el desprendimiento de rocas, que puede implicar accidentes en montaña y cierres de determinadas zonas y rutas al turismo. Otro riesgo es el deslizamiento de grandes volúmenes de roca, o flujos de derrubios, que, en caso de caer sobre lagos o sobre mar, pueden provocar inundaciones repentinas. El cambio climático que estamos viviendo en la actualidad hacer prever que el permafrost continue degradándose, permaneciendo sólo a mayores alturas y latitudes. Un buen indicador del permafrost son los glaciares rocosos (masas de clastos con hielo intersticial y que tienen flujo -se mueven como el resto de glaciares). Se estima que hay unos 300 glaciares rocosos en el Pirineo, siendo el del Pereget o el del Posets algunos de los más emblemáticos.
- Nuestro conocimiento de los glaciares es cada vez más completo. El seguimiento glaciar mediante imágenes satelitales, y nuevas herramientas como el láser escáner, nos permiten tener una información cada vez más precisa. Esto nos permitirá conocer en detalle su evolución y hacer proyecciones más exactas sobre su futuro. Algunos de los últimos estudios nos muestran que en Svalbard (Noruega, y uno de los lugares más estudiados por los glaciólogos), se han perdido unos 5500 km2 de glaciares en los últimos 100 años, lo que equivale al 13,1% de superficie de hielo en Svalbard. Allí, el cambio climático también ha afectado al banco de semillas más grande del mundo, que sufrió importantes inundaciones este año. Estudios recientes muestran que también hay excepciones al retroceso glaciar, como ocurre en algunos glaciares de la Península Antártica.
- La nieve es probablemente el elemento de la criosfera más importante para Pirineos y el menos conocido. La nieve afecta a los ecosistemas, al turismo, a la disponibilidad de agua, a los balances de masa de los glaciares, al permafrost y a los riesgos naturales. Sin embargo, su estudio es altamente complejo. Aunque los modelos muestran como la temperatura aumentará en el futuro en Pirineos, es difícil predecir si la precipitación aumentará o disminuirá. Además, es difícil saber si en las últimas décadas había más o menos nieve que ahora en el pirineo (ya que hay pocas mediciones y son puntuales), lo que dificulta la elaboración de estudios sobre tendencias. Son por tanto necesarios futuros esfuerzos para entender la evolución de la nieve ante la variabilidad climática.
- Las cuevas heladas en Picos de Europa y Pirineos nos dan información valiosa. El balance de masa (la suma de aportes y pérdidas de masa al glaciar) negativo de las cuevas heladas del pirineo muestra que el hielo está en evidente regresión, por lo que estamos perdiendo una valiosa información de climas pasados, además de la belleza y singularidad de estas cuevas. Según los propios investigadores, la exploración de cuevas heladas en Picos de Europa supone un reto comparable a coronar una montaña de ocho mil metros dada la enorme dimensión de las cuevas, el componente de exploración y la logística necesaria mediante el manejo de cuerdas y la instalación de anclajes y reuniones.
- Cada uno ve el glaciar de forma distinta. Pongamos un ejemplo de glaciares tropicales. En Colombia hay 6 aparatos glaciares, que abarcan 39km2, y que se perciben de formas muy distintas. Tienen un alto valor paisajístico para la población general, pero también se asocian al peligro. Son sitios sagrados para comunidades indígenas y están protegidos en Parques Nacionales. Y son un laboratorio para investigadores. Las estimaciones son que en 40 años podrían desaparecer todos los glaciares colombianos, afectando de forma muy diversa a distintos grupos sociales, por lo que es una responsabilidad ética estudiarlos y dejar registro de su evolución.
Estas siete claves sobre variabilidad climática, cambio climático actual, y criosfera son fruto de décadas de investigación de los profesores del curso “Glaciares, nieve y permafrost de montaña: la criosfera como indicadora de cambios en el clima”. El curso, que ha tenido lugar del 7 al 9 de Septiembre, fue dirigido por Juan Ignacio López Moreno y Enrique Serrano, y organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Ainsa fue el lugar escogido para el curso, y el escenario que nos permitió discutir sobre el alcance y las implicaciones de todos estos cambios. Como otros buenos finales, el curso acabó con una propuesta. En este caso, la de crear un “Observatorio Pirenaico de Observación de los Glaciares”, en el que la ciencia ciudadana podría aportar considerablemente. Será un placer contribuir al mismo desde aquí e informar/discutir sobre los avances del observatorio. Cómo dijo Eduardo Martínez de Pisón en su exposición, “… el mapa de la montaña se ha convertido en un mapa menguante, un mapa que se reduce debido las agresiones humanas”, por lo que ahora que nos acercamos más y más a la montaña desde diferentes ámbitos, es necesario que también trabajemos juntos por la conservación de la misma.
Investigador del Laboratorio de Ecologia Alpina (CNRS-UGA) en Grenoble e investigador asociado en el Basque Centre for Climate Change en Bilbao.
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